viernes, 16 de mayo de 2008

Al Gore

Desde que el cambio climático se ha convertido en un tema habitual en telediarios y tertulias mediáticas, Albert Gore, que ha dedicado toda una vida a su estudio, recorre colegios, ofrece conferencias en salas de hotel y pabellones abarrotados en cualquier punto del planeta para explicar, desplegando sus grandes dotes de orador, lo que él ha definido como "una verdad incómoda", que no es otra que la realidad de que la actividad descontrolada del hombre está provocando daños irreparables en el planeta, cuyas consecuencias empezamos a sentir.


Esta labor divulgativa ha sido recientemente reconocida con la concesión en España del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2007, honor que comparte con el actual presidente de Brasil, Lula da Silva (2003), el astronauta español, Pedro Duque (1999) o la activista guatemalteca, Rigoberto Menchú (1998), entre otros. Según Leopoldo Calvo Sotelo, presidente del jurado que leyó el acta, Gore ha sido premiado por ser "un hombre público que, con su liderazgo, ha contribuido a sensibilizar a sociedades y gobiernos de todo el mundo en defensa de esta noble y trascendental causa". Y es que cuando Al Gore, que había sido vicepresidente durante dos candidaturas a la sombra del líder demócrata Bill Clinton, perdió la batalla electoral frente a George Bush, decidió consagrar sus esfuerzos a concienciar a la humanidad sobre la importancia del cuidado del medio ambiente.

Nacido en Washington el 31 de marzo de 1948, Albert Arnold Gore Jr. creció en la granja que su familia tenía en Tennessee, donde aprendió de su padre, cultivador de tabaco, la importancia de proteger la tierra como medio de supervivencia. Albert estudió Humanidades en la Universidad de Harvard y en 1969 sirvió como reportero para el Ejército en la Guerra de Vietnam. Volvió a Nashville (Tenessee), donde fue por un tiempo periodista de investigación para un periódico local, hasta que en 1976 inició su carrera política con el Partido Demócrata. En 1993 se convertiría durante ocho años en presidente de la organización 'Alliance for Climate Protection', cargo que compaginó con su vida política y con la redacción de lo que sería su primera obra, 'Earth in the balance: Ecology and the human spirit', en la que plasmó sus ideas para afrontar los cambios ecológicos que nos reservaba el siglo XXI.


Concienciado con la causa medio ambiental, en 1992 asistió a la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, primera conferencia internacional convocada por organizaciones no gubernamentales, que ya advertía del efecto invernadero, cuestionaba los patrones de producción y proponía el uso de fuentes alternativas que remplazaran los combustibles fósiles, apoyar el transporte público para reducir las emisiones de dióxido de carbono o el ahorro de agua como medidas fundamentales. Este mismo año, Al Gore fue proclamado aspirante a la vicepresidencia demócrata de los Estados Unidos, y permaneció junto a Clinton hasta el año 2000. Resulta tristemente paradójico que este carismático y convincente hombre no consiguiera que el gobierno demócrata norteamericano ratificara el Protocolo de Kioto.

Lanzado en su carrera política, en el año 2000 se presentó como candidato a la Casa Blanca y perdió la batalla frente a George Walker Bush en unas controvertidas elecciones. Aparcó entonces su vida política y se dedicó, sin abandonar la esfera pública, a su faceta como docente para impartir conferencias sobre el cambio climático por todo el mundo. En 2001 fue contratado por la compañía financiera Metropolitan West Financial (MetWest) y en 2002 creó su propia cadena de televisión, Current TV, dirigida a un público joven. También preside la consultora de inversiones sostenibles Generation Investiment Management, es directivo de Apple, asesor de Google, y desde 2006, asesor del Gobierno británico en materia medioambiental. A nadie se le escapa que aparte de su activismo ecológico, Al Gore es un emprendedor al más puro estilo americano. Y si bien en los últimos años no ha entrado como candidato en la campaña política, desde su faceta mediática está siendo un fuerte bastión contra el Ejecutivo de Bush. Su último libro, 'Asalto a la razón' critica duramente la guerra de Irak.

Pero sin duda, su momento de eclosión llegó en 2006 cuando presentó en el Festival de Sundance su documental 'Una verdad incómoda', en el que el propio Al Gore explica, basándose en informes científicos el fenómeno climático del calentamiento global, analizando a través de didácticas exposiciones sus consecuencias, así como los aspectos políticos y económicos que afectan al tema. Dirigido por Davis Guggenheim se ha convertido en el tercer documental más taquillero de EE.UU. y ha recibido distíntos premios, entre los que destaca un Oscar al mejor documental y otro a la mejor canción original ('Need to wake up'). Al Gore se ha entregado en cuerpo y alma a una titánica campaña promocional: ha organizado siete macroconciertos simultáneos en Londres, Nueva York, Johannesburgo, Río de Janeiro, Shangai, Sydney y Tokio, que reflejan su particular modo de intentar salvar el planeta sin frenar un ápice el ritmo de vida de la sociedad de consumo; se entrevista además con líderes políticos y promueve campañas educativas con los ingresos que está generando. Obra social o campaña de imagen, lo cierto es que 'Una verdad incómoda' se ha podido ver en todos los colegios públicos españoles. Y, exagerado o no, lo que cuenta es fastidiosamente real: cuando se encontraban aún en periodo de rodaje, en Nueva Orleáns la realidad superó todos los pronósticos ofreciendo en vivo el Katrina, el peor huracán hasta la fecha en la historia de Norteamérica.

Al Gore, que cree que el poder del ser humano consiste en transformar la voluntad en hechos, considera que su película es un film de acción en el que queda claro desde el principio quién es el malo, los efectos especiales son reales, y el héroe, en este caso, puedes ser tú.

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